martes, 11 de septiembre de 2007

Una espo de Lilitu Travaglini

Cuando las palabras no son suficientes para hacernos entender
Doctor consultor: García Corona David Israel


Se dice que una imagen vale más que mil palabras porque, sin mayores intermediarios, el objeto queda en su puro decir sin estructuras o modelos del pensamiento que condicionen su recepción. El filósofo francés Jean-Luc Nancy, refuerza este hecho, ya que postula que la imagen no es imagen de, ya que no hay nada tras ella pues no es representación sino un habla anterior, o incluso posterior, al habla.
Sin embargo, pareciera ser que es el lenguaje oral o escrito quien mejor nos ayuda a hacernos entender ya que cotidianamente empleamos palabras y confiamos ciegamente en su efectividad, las pronunciamos, las escribimos, las leemos, están en la radio, la televisión, en los puestos de fritangas, en lo que comemos y en la bebida. Las palabras están en todos lados y, sin embargo, son insuficientes para hacernos entender. En situaciones extremas podemos ver su incapacidad, por ejemplo, cuando nos lastimamos físicamente un grito desarticulado es más efectivo para el desahogo que la oración “¡me duele mucho, ay mamita!”; cuando nos enamoramos siempre caemos en el lugar común del “es que no sé cómo decirte” si tratamos de que alguien entienda nuestra situación. No, las palabras no alcanzan a gobernar a los sentimientos, ellas pertenecen a la tiranía de la razón.
Ludwig Wittgenstein consigna en su Tractactus logico-philosophicus que “lo que puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y acerca de lo que no se puede hablar uno ha de callarse”, sin embargo, existen ideas y sentimientos que necesitamos transmitir a otros o enunciarlos a nosotros mismos. Parte esencial de los exorcismos es conjurar al espíritu mediante su nombre, la palabra los domina y los saca a la luz, pero, ¿qué sucede cuando la voz exacta no se encuentra?
Hablar con la artista Lilitu Travaglini es asunto difícil, su conversación está marcada por varios acentos y un poco de español, cuando no encuentra la palabra que quiere decir recurre a varias lenguas para expresarla o utiliza onomatopeyas y ademanes. Algo similar ocurre en su obra donde la economía de procesos se corresponde perfectamente con su simple voluntad de decir. Lo que el dibujo le permite a Travaglini es expresar de manera casi inmediata el momento que experimenta, es el médium ideal para consignar lo que su yo interno le dicta cuando cae en una especie de trance, es la presentación de sus imágenes interiores, de su ello. Sus obras son discursos sin palabras, es decir, sin la mediación de la razón.
Lilitu Travaglini se inventa un lenguaje particular nutrido por sus referentes propios y algunos adquiridos de los diversos lugares donde ha estado, es la reordenación de sí misma con un sincretismo similar al del graffiti, el comic y el tatuaje, todo esto presentado con un toque de acidez y humor negro. Si aquí, desligándonos de la palabra y lo muy racional, entendemos la frase de Wittgenstein que cité más arriba, es decir más bien como una expresión sincera y coherente de emociones y de ideas, entonces podemos comprender mejor esta particular obra.
El uso casi exclusivo del blanco y negro sobre materiales encontrados, reciclados o cedidos reafirma todavía más la necesidad de darle forma precisa a su voz interna sin preocuparse mucho por la materia.
Efectivamente, sus trabajos me parecen ser un deseo de trascender la materia haciendo que ésta se transforme al ser receptora de sus sueños anhelos o aquello que ni siquiera tiene nombre o cae en alguna calificación. Su labor resulta obsesiva por eso mismo, no sólo por la gran cantidad de obra que produce o por la gran meticulosidad que le brinda a la confección de cada pieza, sino además porque sus dibujos quieren reinventar un lenguaje que pueda enunciarla. Por eso creo que cada uno de sus trazos son gritos, son ademanes, son onomatopeyas, son lágrimas, sonrisas, sonrojo, soniditos y aquellas cosas que corresponden a un decir diferente al convencional. Travaglini desnuda a la palabra mostrándola como simple expresión, como discurso en sí, no como representación ligada a la mímesis sino como evocación ligada a la méthexis. Es por ello que sus dibujos son tan fuertes y violentos y es quizás por eso que entiende que el uso del dibujo es nocivo para la salud, por que nos lleva al reino del sueño, haciendo que abandonemos este mundo material.
Sala de Urgencias fue esta vez el lugar que se vio transformado poéticamente por el arte de Lilitu Travaglini, sus pisos, techos y paredes fueron depositarios de estas blancas y negras ensoñaciones. Sin embargo, aún no sabemos si tuvimos la oportunidad de tratar a la paciente Travaglini o si fuimos tratados por ella, lo cierto es que esta suerte de cuarentena artística dentro de la Sala en donde ella comió, bebió, fumó (y mucho), trajo consigo no sólo toda una habitación llena de un lenguaje sincero, sino de una realidad onírica verdadera: cuando estoy escribiendo esto ella duerme en este espacio, es por ello que estoy seguro que cuando tú leas esto ella estará ahí soñando, deberías de hacer lo mismo.
Pffff..
del 13 settiembre al 10 ottobre
una espo de Lilitu Travaglini
en la Clínica Regina (Sala de Urgencias)
Calle de Regina 24, Cp. 06080,
Centro Histórico de la Ciudad de México,
Teléfono: 57 09 11 77

1 comentario:

Clínica Regina dijo...

Ahora en http://clinicaregina.blogspot.com/